El limón y el jabón rallado son una combinación ganadora cuando se trata de las tareas del hogar.

Si están bien calibrados, pueden resolver uno de los trabajos diarios más tediosos de forma económica y ecológica.

Pero antes de revelar cómo usar estos dos ingredientes y para qué usar la mezcla, demos un paso atrás.

Se podría abrir un capítulo interminable sobre el jugo de limón, no solo en cuanto a sus beneficios en nuestro organismo, sino también en cuanto a sus propiedades limpiadoras e higienizantes. Al ser alcalino, de hecho, reduce la carga bacteriana por sí solo e higieniza las superficies en profundidad.

En lo que respecta al jabón rallado, nos referimos en este caso al jabón de Marsella, que siempre ha sido conocido por sus cualidades desengrasantes. En la lavadora, por ejemplo, le permite obtener ropa fragante y sin manchas, incluso a bajas temperaturas. Su fama es antigua: nuestras abuelas lo usaban en lavanderías al aire libre, incluso antes de eso, las mujeres del pasado iban al arroyo a lavar la ropa, siempre con el apoyo de este remedio infalible.

De su mezcla, obtendrás un compuesto realmente potente que cambiará tu día.

Veamos cómo proceder.

Limón y jabón rallado

Limón y jabón rallado: el método que cambia tu día.

Al combinar limón y jabón de Marsella, se hace un compuesto muy potente para lavar los platos a mano, sin recurrir a detergentes químicos. El grito que nuestro planeta está haciendo por el sufrimiento extremo en el que se enfurece por nuestra culpa ciertamente no puede ser ignorado. Por esta razón, debemos evitar cada vez más el uso de productos industriales, basados en contaminantes.

Con esta preparación, podremos higienizar los platos a fondo en todo lo que respecta a la ecología, pero no solo. Ahorraremos en los gastos del hogar, porque ya no tendremos que comprar detergentes especiales en el supermercado.

Rallar, luego, en un tazón pequeño, jabón de Marsella al gusto. Te recomendamos que peses unos 50 gramos. Luego, agrega lentamente el jugo de medio limón, filtrado, revuelve con cuidado, hasta obtener una especie de crema limpiadora.

En este punto, llene un recipiente con agua caliente, agregue una cucharadita de esta preparación, sumerja los platos y luego frote una nuez de producto en los platos, usando una esponja. Notarás que la grasa y la grasa se derretirán como la nieve al sol.

Enjuaga bien y disfruta del resultado.

Fácil, ¿verdad? ¡Económico y eficaz!